Lentos días de agosto, ya casi atrapados por la cola, a punto de esfumarse una vez más como si nada, dejándonos un sabor a extrañas frutas entre los labios.
Me llevabas a descubrir un oasis, en sueños. "Míralo" -decías- allí está". Y estaba allí, a medio camino entre el azul del cielo y el azul del mar.
Cascadas de palmeras deshechas en la boca, como un penacho de luces sobre el cielo nocturno, hermoso y fugaz a un tiempo.
Libélula naranja posada en mi jardín. Si la piensas un momento puedes ser tú la flor, el cactus, la libélula.
jueves, 27 de agosto de 2009
martes, 25 de agosto de 2009
Guy Goffette, L'autre Verlaine, Gallimard, 2008.
lunes, 3 de agosto de 2009
Recibo la llamada de un amigo para decirme que, tal día como hoy, hace dieciséis años, vimos amanecer juntos desde la cumbre más alta de Tenerife. Caigo en la cuenta del tiempo transcurrido desde entonces, y cierro los ojos unos instantes para evocar en la memoria algunas imágenes de aquel día.
Imagen 1ª: Una fuga de cigarras violáceas surgiendo por entre los celajes.
Imagen 2ª: Un oasis de destellos naranja prisionero de su envolvente claridad.
Imagen 3ª: Un ejército de corales algodón, y la sombra de la montaña, contra el cielo, proyectada sobre el paisaje como una inmensa pirámide sostenida en el aire.
Imagen 4ª: Formas triangulares, ascendentes, dibujadas por el pintor José Luis Medina Mesa.
Unos versos del poeta Giuseppe Ungaretti murmurando en mis oídos no sé qué cosas de una hermosa mañana: "m'illumino d'immenso".