martes, 24 de noviembre de 2009

Elogio del sifón (inglés) I




Guardaba para ti, sifón inglés de luna llena, mi elogio tercero. Para tu cornetín de carcajadas gaseosas. Para tu semblante de cenicienta celeste. Para tu arrebatada espita, tu prodigiosa cornamenta, vaya mi saludo específicamente militar.

Para ti, Rey de copas, Príncipe de tabernas refinadas, vaya mi reverencia de caballero andante, mi saludo sin condiciones. Y vayan para ti -ah, claro oasis, manantial de bocas sedientas- las condecoraciones más celebradas, los brindis más exquisitos... por tu porte de aviador suicida, por tus proezas de diestro escanciador, demostradas cientos de veces en actos de servicio.

Para ti, sifón inglés, espadachín gaseoso de paraísos artificiales, es mi copa de hoy, mi brindis más atlético, mi toque de trompeta sobre tu frío semblante de soñador solitario venido a menos. Y qué me dices de esos arreboles de espuma que raptan los sentidos de poetas bohemios y poetas burgueses.

Es para ti este canto, sifón inglés; para ti este elogio emocionado y emocionante. Porque sólo tú eres capaz de hacernos comprender en qué consiste, después todo, la Modernidad -su fórmula precisa, su aritmética matemática- con tu vómito disfrazado de suaves dádivas, de tiernas fábulas de fuentes. Ah, sifón inglés, estandarte del dandy, globo ensoñador, souvenir del viajero insatisfecho, artefacto elegante y colosal, reliquia de señoritas intocadas e intocables de ojos tiernos y sabor a dulce bloody-Mary entre sus labios, mientras apuran la última copa, la del final.