domingo, 20 de noviembre de 2011

viernes, 9 de diciembre
"Escribir, lo que se dice escribir, sí que escribo". Esto mismo me respondía un amigo a la pregunta, siempre indiscreta, sobre la continuidad de su escritura. Y eso mismo es lo que argumenté yo a alguien que me mostraba su extrañeza por la intermitencia con la que actualizo las entradas en este blog o cuaderno de vieje de El aprendiz: "escribir, lo que se dice escribir, sí que escribo". Me pide -incluso con insistencia- que lleve estas páginas virtuales más al día, sin que llegue a entender yo, muy bien, lo que podría significar esta expresión, esta forma de lenguaje tan corriente que retumba ahora en mis oídos como un eco extraño. ¿Cómo se lleva, en verdad, alguna cosa, más al día? Diríase, en cualquier caso, que la expresión tiene que ver con la idea de ir al ritmo que marcan los tiempos o, lo que es lo mismo, trotar en la grupa incesante de nuestra actualidad. Estar al día podría aproximarse a expresiones tan coloquiales como seguir al dedillo alguna cosa; estar atentos y receptivos a todo aquello que merezca la pena ser contado y seguido de cerca sin deserciones de ninguna clase. Alguien podría pensar que estar al día es el signo de todo blog de notas como éste; es decir, presentar informaciones periódicas, multiplicar las entregas de los escritos a cada momento en función de lo que sucede a nuestro alrededor. Llevar algo al día sería, entonces, como escribir un diario; anotar cualquier breve hecho que afecte a nuestro vida cotidiana por muy pequeño que sea, y en todo momento.
Con todo, si la razón de ser de un diario es su carácter fragmentario, esto es, la contradicción de escribir en él sólo una parte o selección de aquello que acontece, ¿no estaremos, en esto, al día?