domingo, 6 de noviembre de 2016


7 de noviembre

Acabo de leer en alguna parte que se va a celebrar en La Laguna un nuevo Congreso sobre Poesía Canaria, con la intención de "repensar las coordenadas de la poesía insular, sus alcances y límites, sus derivas y cuestionamientos". Por suerte, la poesía -pienso- permanece siempre al margen de las antologías, las gacetillas o los congresos que intentan, en vano, poner puertas al campo. 
Con todo, llama la atención, muy especialmente, el hecho de que se parta de unos planteamientos tan ambiciosos y, sin embargo, se ofrezca un programa tan limitado. Y es que no aparecen por ninguna parte algunas voces ciertamente relevantes de la poesía canaria actual. Me refiero a nombres tan dispares, incuestionables y de tan diverso tono como lo son los de Melchor López, Bruno Mesa, Miguel Pérez Alvarado, Francisco León, Oswaldo Guerra o Rafael José Díaz, por citar solo algunos. No veo la manera de organizar un congreso cuyo principal objetivo sea analizar "las coordenadas" de la poesía canaria de hoy, "sus alcances y límites", sin contar con poetas que en estos últimos años nos han ofrecido páginas de tan alta poesía, desde sus distintas maneras de entender la escritura y desde planteamientos tan disímiles. ¡Vaya por dios! En fin, guardo esta nota en mi cuaderno de contradicciones. 


(de egos y vanidades)


jueves, 3 de noviembre de 2016




Mi cuerpo sin mí



[Fotografía de Alexis W.]


Mi cuerpo sin mí, torpe y caduco, lo mismo que un muñeco.  Espantapájaros ridículo zarandeado por las pisadas de alguno; quebradizo, al fin, ante miradas de transeúntes cabizbajos. 


Mi cuerpo sin mí, aterido y sin sangre caliente, a punto de volverse ceniza, maniatado al suelo y a la intemperie solar de estos días sin nadie. 



Lo contemplo desde la superficie: cuerpo amado y malquerido a un tiempo, deseado y deseante, lo mismo que un crucifijo roto. Mi cuerpo maltrecho; a la deriva de sí, en un viaje sin retorno hacia ninguna parte.


Sueño que mi cuerpo ya no me pertenece; que mi cabeza es una bola de trapo.


Frágil y tierno como un niño, mi cuerpo. Castillito de arena olvidado en una playa negra. Estival como fruto maduro, recostado en el paladar de los peces del fondo.


Miro mis ojos huérfanos, miro mi boca y mis pies, con las botas puestas, apuntando hacia lejanos astros en el cielo.


Miro mi cuerpo dormido, yacente, sagrado y carnal a un tiempo, anegado en la sal y en la sed del agua. Semihundido, enterrado, escondido bajo tierra o en el fondo del mar. 


Mi cuerpo de marinero inexperto. Mi cuerpo con escafandra o al sol tendido como tizón  erecto.  El dibujo de mi cuerpo por el agua, sobre la arena. 



Mi cuerpo devorado por aves rapaces entrevistas en el cielo. Mi cuerpo partido en dos por una ventana entreabierta. Mi pene robado por manos de falsos sacerdotes.   




[Texto publicado en Testosterona, Madrid, 2016. Un proyecto de Alexis W.]