sábado, 30 de septiembre de 2017


30 de septiembre


"Usted trata de meter una espina bajo la montura de mi caballo para que se encabrite y se desboque, pero, aunque mi caballo es nervioso y poco dócil, lo tengo con las riendas cortas y no se encabrita con tanta facilidad; una espina no es una cuchilla, él conoce el espesor de su piel y puede acostumbrarse a la picazón. Sin embargo, ¿quién conoce verdaderamente el humor de los caballos? A veces aguantan una aguja en sus flancos, y otras una pelusa bajo el arnés puede hacerlos cocear y retorcerse sobre sí mismos hasta desmontar al jinete".



[Bernard - Marie Koltès, En la soledad de los campos de algodón]



jueves, 28 de septiembre de 2017


27 de septiembre

Me entretengo en buscar entre algunos libros de mi biblioteca el conocido Diccionario de lugares comunes, de Gustave Flaubert, y caigo, casi por azar y sin premeditación alguna sobre la palabra "crítico". Bien está que sea este y no otro el perfil del retratado, pues el escritor francés lo define de la siguiente forma: 

"CRÍTICO. Siempre eminente. // Se da por supuesto que lo conoce todo, lo sabe todo, lo ha leído todo y lo ha visto todo. // Si desagrada, llamarlo un Aristarco (o un ennuco)".

[Gustave Flaubert, "Diccionario de ligares comunes", traducción de Ángel Mollá y Fátima Sáinz. Taller de traducción Literaria, La Laguna, 1997, págs. 36 y 37.]


martes, 26 de septiembre de 2017

26 de septiembre

"Si digo de un pedazo de papel que es blanco puro y si se colocara junto a él nieve y ésta entonces pareciera gris, en su medio ambiente normal yo, de todos modos, tendría razón en llamarlo blanco y no gris claro. Pudiera ser que en, digamos, un laboratorio, usara un concepto de blanco más refinado (en donde, por ejemplo, usara también un concepto más refinado de determinación precisa de tiempo)".



[Wittgenstein, Observaciones sobre los colores, Paidós Estética, Barcelona, 1994. Traducción de Alejandro Tomasini Bassols]



lunes, 25 de septiembre de 2017



25 de septiembre



Esta tarde, mientras conducía de vuelta a casa, escuché en la radio que hoy se cumplen veinticinco años de la muerte de César Manrique, quien perdió la vida en un accidente de tráfico en la isla de Lanzarote. Qué forma tan estúpida e insulsa de morir, pienso, para alguien tan grande e irrepetible. Hubiese tenido que acabar sus días llevando el atuendo de un personaje de tragedia griega, desempeñando el papel de guardador de geografías insulares, al tiempo que artista y creador sobre todas las cosas. Con su pérdida, en fin, quedamos un poco más huérfanos, sin nadie que pueda aspirar a remedar su ejemplo. Necesitaríamos varios como él, comprometido de los pies a la cabeza con la conservación y el crecimiento sostenible del territorio insular ante un desarrollo turístico que -ya se sabía entonces- acabaría por quebrar, paradójicamente, la misma Naturaleza que lo alimenta. Brindemos, al fin, por la gracia de su existencia entre nosotros y recordemos a César Manrique. Es lo mejor que se puede hacer en estos casos. Seamos merecedores de su ejemplo. Mañana será otro día.






jueves, 7 de septiembre de 2017


6 de septiembre

Hace tan solo unos días murió un hombre joven, a sus sesenta y tantos años. Todos los que hemos conocido a Jorge Rodríguez Lozano sabemos que se trataba de una persona realmente cabal, entera, con un sentido de la dignidad muy por encima de lo que estamos acostumbrados. Haberlo conocido nos dignifica y lo celebro. Gracias, Jorge.