Despedidas
Toda despedida tiene algo de pérdida; hasta las dos palabras se parecen en su morfología. Y, especialmente, toda despedida posee su teatrillo de gestos y maneras; de querencias entredichas y silencios. Normalmente hay un antes y un después en toda despedida, porque el mundo avanza y no se está quieto; porque las cosas no vuelven nunca a ser como lo eran antes; porque la velocidad del aire que satisface nuestros pulmones y peina los árboles más altos de la montaña vecina, la que contemplas mientras escribes estas notas, se arremolina en cualquier palabra volandera cargada de memoria y nos taladra la frente sin darnos cuenta. Todo sucede en unos minutos; cuando en verdad podría suceder en años y, de repente, ya se ha emprendido el viaje. Es así; no hay vuelta atrás posible, ni propósito de enmienda. Solo esta herida; esta música sorda en los oídos y este sabor a incienso húmedo en los labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario