29 de octubre
Si hay algo que nos caracteriza, incluso a aquellos que preferirían portar sobre sus espaldas el triunfo de la objetividad -ah, los que dicen predicar con el ejemplo; los que se tienen a sí mismos por hombres de palabra- es el triunfo de la contradicción. Decir algo en un sentido y hacer lo siguiente; justamente lo contrario a lo que se argumentó. Decir una cosa y caer en la soberbia de negarla cien veces. ¿Qué significa esta exhibición vergonzosa? ¿Qué este imperio de ambivalencias permanentes? Subámonos a un tiovivo y demos vueltas hasta ver las cosas en su traje variable, en su cornamenta de contradicciones. Eso es, escribamos una poética general de las contradicciones.
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