martes, 30 de agosto de 2011



30 de agosto








Día de sol pleno, y esa nubecilla colgada en los celajes altos como un punto de fuga en el paisaje. Un agujero blanco o una leve pelusa sobre tus párpados; el humo de alguna hoguera de cenizas blancas como sábanas al viento, o la sombra de un ángel, se diría, o su huella, o el resto de algún plumaje, ya disperso, condenado a desaparecer en el fulgor de este día sin tregua.





Un día de sol pleno, idéntico y tan distinto a otros días; grande como una página en blanco que debe ser escrita. Parece no acabar nunca esta carretera que va marcando con sus líneas un camino imprevisto, mientras repasas mentalmente algunas de tus conversaciones de hoy, algunos rostros, un puñado de imágenes o fragmentos, lo mismo que meras fotografías.





Piensas que ya has vivido este momento varis veces, aunque no aciertas a saberlo exactamente. Miras este día azul pleno como el sol de la infancia para lavar la vista/ en el ojo saltado del vacío. (B. Noël)











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