domingo, 11 de diciembre de 2022


Las vírgenes locas de Carlos Rivero




Ah, las vírgenes locas, con sus cuellos enhiestos, esdrujúleas e indómitas, lo mismo que amazonas salvajes.

Vírgenes locas, esperanzadas y bíblicas, nacidas en la crepitación del Verbo; de cuerpos estirados como tallos de piteras broncíneas.

Al margen de la belleza, estas vírgenes vomitan su esmaltado coraje. Concebidas en su inmaculada esbeltez, nos provocan con sus ojos saltones, se masturban sobre nuestra mirada.

Carlos Rivero acostumbra a realizar sus figuras en distintos soportes; explora la materialidad proteíca de las formas que lo obsesionan. El pintor sabe muy bien lo que se tiene entre manos, aunque nunca sabe lo que entre las manos tiene: un lápiz, un pincel o una masa terrosa con la que habrá de dar forma a los gigantes y cabezudos que asoman a sus creaciones.

Eulalia, Prístina, Eva y María; Octavia, Isabel, Cándida y Lidia: las Vírgenes locas primitivas e imaginarias. Las Vírgenes locas imaginadas, junto al burro y al buey, aguardando al príncipe que habrá de liberarlas de su maniatada castidad.  

Media hora jugando a los dados con el artista Carlos Rivero; conversando sobre sus figuras, tirando a los dardos con sus pinceles; jugándoselo todo, sí, en una simple pincelada frente al cuadrado blanco; como quien busca inopinadamente y en un difícil intento, desplegar sobre el tablero la septième face du dé.

Sorprende la habilidad del artista para situarnos siempre al margen de una experiencia estética previsible. Las figuras que emanan de su pintura se encuentran al borde de lo imprevisto. 

Blanca Navidad de vírgenes locas.

En su obra se cumple el mandato de todo creador; esto es, dar a ver imágenes sorprendentes. Llegar a ser, como en su caso, un auténtico visionario.








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