(algo más que tenía anotado en alguna servilleta de restaurante)
Al pasar por Santiago del Teide nos quedamos horrorizados por el destrozo practicado en parajes que una vez fueron hermosos; escenarios de la adolescencia tardía que fueron un refugio para las confidencias y la amistad. Este valle nunca hubiese merecido semejante destino. Todo parece estar panza arriba. De hecho, si se contempla desde lo alto de las montañas vecinas casi podría decirse que el asfalto ha engullido al pueblo, a excepción de la frágil línea de casitas que cruzan el valle formando una hilera de hormigas sinuosas ladera arriba. ¿Es esto progresar?
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