martes, 9 de junio de 2009

Dulce Varsoviana

Juan Manuel Bonet, Polonia-Noche.
Serie Maior, Fundación Mainel, Valencia, 2009.

Sobre mi escritorio, un libro que brilla con luz propia: Polonia-noche, de Juan Manuel Bonet.
Bien está que el viajero del Este necesitado de buenos consejos tome este librito en cuenta como guía varsoviana, recorriendo bosques y ciudades en compañía de sus notas simbolistas y jardines de otoño. La dedicatoria inicial de Polonia-noche –a su mujer Moniki, originaria de Galitzia– desvela el porqué de la familiaridad de Bonet con aquel país de Centroeuropa y con aquella región, tan presente en sus conversaciones y por la que profesa una sentida y antigua admiración. No en vano, en 1994 nos ofreció su primera entrega de poemas del Este: Praga. Doce poemas de Pavel Hrádock.
Tal y como señala Guillermo Gómez-Ferrer en el prólogo a este poemario editado cuidadosamente por la Fundación Mainel, a Juan Manuel Bonet le debemos muchas cosas, pues “la geografía del arte contemporáneo no sería hoy la que es sin su trabajo y, lo que es más importante, sin su mirada. Una mirada que no sería posible sin conocimiento, curiosidad intelectual y capacidad poética”. Pero también le debemos otras muchas. Y es que, aunque la imagen del crítico y comisario de exposiciones eclipse, en ocasiones, a la del poeta, Bonet nunca ha dejado de escribir poesía, y así esperamos ver pronto reunidos en un único tomo todos sus cuadernos: La patria oscura (1983); Café des exilés (1990), Praga (1994), Postales (2004) y el dietario de formas breves La ronda de los días (1990), extraordinarias notas de viaje de páginas ciertamente reveladoras.
Introducido por un sugerente dibujo de cubierta de Miguel Galano, Polonia-noche es una suerte de cartografía poética de lugares domésticos, paisajes cotidianos, escenas sencillas, esquinas por las que parece no pasar el tiempo, un canal entre hojas muertas por el que se desliza con alevosía el cielo de octubre y que el autor recorre a sabiendas de que otras voces lejanas a la suya lo recorrieron antes, al igual que frecuentaron los mismos cafés simbolistas. Todo cobra vida en medio de una luz declinante y casi irreal; todo permanece encendido en estas estampas varsovianas, como las últimas ascuas se resisten en medio de la oscuridad.
El tiempo de esta Polonia crepuscular de la que nos habla Bonet pertenece a otro tiempo: su mirada se detiene en la evocación de escenas melancólicas, en el suave vuelo de un ave sobre el cielo de octubre, en “las pausadas charlas”, en el repiqueteo del pájaro carpintero o en la contemplación del dibujo que trazan unos patos silvestres mientras se alejan en la tarde polonesa. Cosas sencillas que la retina retiene en su mirar contemplativo, como si el viajero tratase de conservar en la memoria una música compuesta de leves notas, una imagen hecha de ligeras pinceladas, delicuescentes y frágiles como palabras escritas en el agua verdosa de un estanque en Turtul. Imagino a Bonet recorriendo las librerías de viejo de Cracovia, arrodillado bajo una columna interminable de viejos tomos como quien se abalanza sobre una montaña de piedras preciosas, disfrutando como un niño grande –así lo llamó una vez una amiga común– de esa atalaya de papel.
Imagino también a ese niño del trineo que se desliza por calles dormidas. Así, Polonia-noche; ese mundo retenido por la mirada y hecho miniatura en los versos de este cuaderno de poemas –cual “estrellas lámparas” o “relojes-luna”– mientras la luz crepuscular en Nieborów peina las estanterías de una biblioteca color cerezo.

Un poema que diga el dibujo
que trazan unos patos, solos
sobre un gran estanque, perdido
en los confines de Polonia.
Poema que muy sencillamente
dice ese dibujo, años des-
pués, recordado así en la tarde
más tranquila que imaginarte
puedas, con restos de tormenta
marchando hacia el Este, y sol
entre las hojas tan mojadas,
y olores que despiertan lentos.


1 comentario:

  1. A juzgar por ese poema, el libro debe de ser realmente hermoso. Los restos de tormenta, el sol entre las hojas, los "olores que despiertan lentos"... son todos ideas muy sugerentes. Voy a ver si lo encuentro en alguna librería, aunque tengo tantas lecturas inacabadas y pendientes...

    Un abrazo, Isidro.

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