domingo, 10 de marzo de 2013

Corazones de Emma





Emma es una niña con muchos corazones: en mi libreta de apuntes ha dejado algunas figuras, dibujadas en ambos márgenes, acaso semi-escondidas entre el aleteo de cientos de páginas escritas. Unos con rostros sonrientes; otros con rostros temibles y oscurecidos por la espesa tinta azul marino de un bolígrafo encontrado sobre una mesa cualquiera. Todos los personajes dibujados por Emma acaban tomando la forma de un corazón, como si se tratase de una querencia innata o de un gesto eminentemente afectivo hacia el mundo que la rodea; un trazo anterior a cualquier gesto estrictamente racional.






Corazones alados, sorprendidos y sorprendentes en su sencillez y en su naturalidad sin fisuras, colgados de los hilillos de cientos de banderillas volanderas. Corazones con formas de globos que tienden hacia lo alto.  A la manera de celestegramas de Saint - Pol - Roux, puentes entre la tierra y el cielo.



Otros corazones parecen estar coronados por simpáticas guirnaldas y divertidas muecas de sonrisas perpetuas, como si más que de meros corazones se tratase de un alucinante desfile de gigantes y cabezudos.



En las últimas hojas de mi libreta descubro que Emma ha dibujado un caracol diminuto que  acompaña a un leve corazón en su travesía por la desierta página en blanco. Mientras asoma tímidamentre las antenas, el caparazón con formas de graciosas espirales podría ser el trazo que dejara un niño en la arena negra de una playa, como si fuesen huellas de gaviotas o el rastro de la trayectoria, mínima, de un crustáceo en su parsimoniosa avanzadilla.




1 comentario:

  1. Hermoso texto, Isidro, me emociona la similitud con los dibujos que estuvo haciendo mi sobrina Julia cuando empezó a coger el lápiz, le salían también corazones y ella los llamaba cupidillos. Se me ocurre que se acercan a la escritura por amor, un saludo

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