domingo, 3 de mayo de 2020


2 de abril

Todos hablan hoy de su primera salida a la calle, entre contentos y contrariados por la normativa que obliga a guardar las distancias. Antonio subraya que le ha costado mucho caminar por la avenida, pues desde bien temprano la calle estaba llena de gente. Me llama la atención lo que comenta sobre la actitud silenciosa de los transeúntes; el caminar silencioso y la precaución contenida. Pienso por un momento que este tipo de situaciones sanitarias supondrá una vuelta a las zonas rurales; esto es, al campo, y propiciará cierta añoranza del mito de la casa solariega, de "la dulce, fresca e inolvidable sombra" junto al almendro, que escribiera Estévanez y Murphy. La isla en su doble movimiento de sístole y diástole: el lugar de trabajo y de descanso; la atalaya desde la que vislumbrar un horizonte que todo lo abre y todo lo cierra; la peña desde la que aislarse de cualquier contingencia; la casa; la fidelidad del can siempre despierto; la montaña vecina. 


1 de abril

Leo un artículo de Pedro Soler en el que subraya que "una de las características de la evolución más reciente en juegos y arte digital ha sido el alejamiento de la pantalla y el deseo de incorporar la cultura digital a la vida y viceversa", como si de alguna manera  cobraran nuevo sentido los experimentos de Living Theatre. El deseo de ampliar el espacio público de la ciudad y añadirle capas virtuales; de convertir el paseo del ciudadano moderno en una ficción. 


30 de abril

"Buena parte de lo que es existe por la sola razón de demostrar que buena parte de lo que es existe sin razón". 

                                                                                                                                    [Carlos Marzal]

29 de abril

Dialéctica de la mascarilla. Otra forma de automatismo o de escritura no pensada. Al intentar alcanzar un libro de entre los anaqueles más altos de la librería cae al suelo un manual de títeres y titiriteros escrito por Pilar Amorós y Paco Paricio. El libro en cuestión, muy bien ilustrado y documentado, lleva una cubierta flexible, de forma que en su salto icárico desde lo alto de la estantería queda abierto en el suelo, boca arriba, por la páginas dedicadas a los bocones. "Ambas palabras, tanto la castellana como la inglesa, aluden a la característica más sobresaliente del muñeco: su enorme boca probablemente muppet, proviene de la contracción de mouth (boca) y puppet (títere)–. Los bocones son un buen ejemplo para demostrar la interrelación que existe entre el diseño plástico y la técnica de manipulación, pues al optar por esta variante nos vemos obligados a diseñar muñecos con una gran boca; lo que les dará un aire animal, como de batracio [...]".



28 de abril

Esta mañana he vuelto a preguntar por la situación en la Residencia. Mi amigo Fran no forma parte del equipo médico, sino del personal del servicio de limpieza. Conoce a la perfección todos los pasillos, salas de operaciones y, en fin, cualquier recoveco por muy recóndito o escondido que este sea. Confirma que la tensión vivida hace unas semanas ha empezado a decaer considerablemente, y que en todo este tiempo se han producido situaciones de mucha tensión, más allá de la rutina del protocolo exigido para con los cambios de sistemas de protección, a cuyo trasiego se han ido acostumbrado con disciplina. Familias que no pueden acceder a ver a sus mayores, amigos que llaman para rogarle que intente preguntar por alguna persona aislada, la retirada inmediata de los cuerpos de las personas fallecidas y la ausencia total de velatorios. Situaciones de una gran dureza para las que nadie está del todo preparado. Imagino que saber lo que está pasando por dentro, en los servicios médicos, es la forma más directa de medir el alcance de todo este drama. En cierto modo, los que vivimos en zonas rurales no sabemos ("no tienes ni idea de lo que se ha vivido", me dice), ni podremos saber el alcance de esta situación. 


27 de abril

La encargada de la oficina de correos sostiene que puede ofrecerme dos tipos de sellos diferentes, pues desde la central solo les hacen llegar un par de lotes, así que compro los que están disponibles al alcance de la mano; en esta ocasión, uno que lleva una imagen relativa a la Investigación Biomédica en España, y otros de tarifa europea con una imagen del Castillo de Manzanares. Lamento que casi se haya perdido la costumbre de escribir cartas y de franquearlas con sellos postales. Esa es una de las cosas que sigo echando de menos de la Bretagne francesa: en cualquier oficina, por muy pequeña que esta fuera, encontrabas carpetas llenas de sellos con motivos naturales o temas históricos. Eso y las rutas por la Presqu'île de Crozon, claro; cómo olvidarlas. Y la voz de Léo Ferré en la casette del coche al atravesar el puente Térénez. 


26 de abril

A pocos metros de mi puerta, esta mañana giraba en círculo una bandada de andorillas; así llamábamos a esos frágiles e ingrávidos pajarillos los amigos de juegos de la infancia. Mucho tiempo después aprendí que esa curiosa mutación de la ñ en consonante líquida era una mera declinación natural del habla; una evolución infantil de la palabra portuguesa andorinha. Cosas de la niñez, supongo, pero lo cierto es que aquella palabra es la primera que se me viene a la punta de la lengua cada vez que las veo aparecer, súbitamente, desde la arquitectura del aire. Se ha constatado que las aves migratorias cada vez regresan antes desde las regiones en las que pasan el invierno, pero para mí su vuelo está ligado, de igual modo, al comienzo de la primavera. Son dos ciclos migratorios los que celebro al año, pues mi amiga Marie Chevrel me llama desde Bretagne cada vez que los vencejos regresan a Andouille-Nouville y algunos construyen sus nidos en lo alto de las vigas de madera del establo. Estaban ahí hace tan solo un momento; las he visto dar vueltas, desaforadas y volanderas, locas por girar sin descanso en una danza inútil y hermosa sobre el mismo área, simulando que se estrellan unas contra otras. Podría decir que este es uno de los animales simbólicos de mi infancia. Encaramados al promontorio de tierra del campito los niños decían una y otra vez que el aterrizaje de uno de aquellos vencejos en tu cabeza podría resultar fatal, así que todos nos agachábamos cuando sobrevolaban las cercanías de las fincas. Tan solo recuerdos, imágenes desvaídas, hechas añicos, contempladas a vista de pájaro y que emergen desde lo profundo de la memoria. Poseen para mí el encanto de una narración mitológica. 


25 de abril

Hoy es veinticinco. Ya falta menos para el deshielo; para la puesta en marcha de la normalidad. Se comienza a hablar de cifras que van en descenso y de la esperanza en que continue la tendencia de este modo. Tal vez por eso el reloj del ordenador indica que hoy es veinticinco. Siempre he creído que el veinticinco tiene esa cosa de número redondo, de guarismo cerrado y rotundo: de cifra. Antes se escuchaba mucho lo de las veinticinco pesetas. Y es que, el veinticinco lleva atuendo de número mágico (qué diría o escribiría Ramón con un gran número veinticinco entre las manos), de número de abracadabra o de lámpara maravillosa. Veinticinco jinetes del Apocalipsis, veinticinco palmeras tropicales, veinticinco vellocinos; las veinticinco lanzas de Patroclo; veinticinco visiones; veinticinco disparos en el pie; veinticinco diccionarios de María Moliner, veinticinco acertijos, veinticinco libretas de instrucciones para salir corriendo y otras veinticinco para jugar al tetris. ¡Vaya por Dios! Ese número es tan redondo como los números redondos. Veinticinco explicaciones sobre el absurdo. Veinticinco comisarios, y así sucesivamente hasta el infinito. Esto demuestra la teoría de José Luis sobre la versatilidad poliédrica de los números.



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