ARRAS
FUIMOS AL CEMENTARIO a despedirte
Era una tarde de amplísimos celajes
Tú no estabas ya allí
y sin embargo
te sentíamos ser entre las cosas
no entre los muros las tumbas los dragos
los cipreses del camposanto
sino aferrado a las arras
de los que te lloramos
lo mismo que una llama inextinguible
Fuimos al cementerio a despedirte
Era una tarde de amplísimos celajes
Llevabas la camisa blanca
y una rosa marchita al fin te coronaba
príncipe y señor entre el vacío
dueño de la flor sin nombre
que a todos ofrecías
en tu silente reposo
aferrada a las manos
de los que allí te aguardaban
Fuimos al cementerio a despedirte
Era una tarde de amplísimos celajes
[A la memoria de Andrés Sánchez Robayna]
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